Los expertos avisan: hacer la cama en verano es malo para la salud (2024)

En un día cualquiera apenas dedicamos 45 minutos a ordenar y mantener nuestras viviendas, según un estudio en el que participa la Universidad Autónoma de Barcelona. Y de ellos, sólo necesitamos siete para hacer la cama perfecta, aquella que nos arropa en un hotel de lujo y que poco tiene que ver con estirar las sábanas cada mañana, el hábito que parece imprescindible para garantizar un buen descanso. ¿Lo es? Para buena parte de la población, esa que reniega de hacer la cama al levantarse, no; ningún problema en dormir a pierna suelta entre un batiburrillo de sábanas revueltas.

Es la opción de muchos adolescentes, que soportan estoicos los reproches de quienes habitan el mismo techo agarrándose a un único argumento en su defensa: ¿para qué esforzarse si la deshaces en apenas unas horas? Pues se acabaron los reproches; hay un argumento que rema a favor de perezosos y 'negacionistas' de una cama bien hecha. Por más que pese a los ordenados, resulta que hacerla nada más levantarse es un hábito muy poco limpio, según afirma un estudio de la Universidad de Kingston. "La cama puede albergar de media 1,5 millones de ácaros del polvo doméstico, más pequeños que un milímetro y que no pueden observarse a simple vista", asegura el doctor británico Stephen Pretiove, quien aconseja no hacer la cama precisamente como método de acabar con ellos. "Los ácaros del polvo se alimentan de escamas de piel humana. Los alérgenos que producen se inhalan fácilmente durante el sueño y son una causa importante de enfermedades como el asma", sostiene el experto.

Los científicos de Kingston encontraron también la solución al problema, según modelos informáticos. "Sabemos que los ácaros sólo pueden sobrevivir mediante la ingestión de agua de la atmósfera utilizando unas pequeñas glándulas en la parte exterior de su cuerpo. Algo tan simple como dejar una cama sin hacer durante el día puede eliminar la humedad de las sábanas y el colchón, de manera que los ácaros se deshidraten y posiblemente mueran", apunta dijo Pretlove.

Por contra, aquellos que hacen la cama nada más levantarse encierran entre las sábanas a este ejército invisible que, una vez nos metamos en ella, puede provocar, si ya existe una predisposición genética, diversas alergias. "El contacto con el alérgeno presente en los ácaros del polvo puede desencadenar rinitis, un ataque de asma, conjuntivitis o incluso eczema atópico", advierte la doctora Catherine Quéquet, experta en Inmunología y Alergia y autora del libro 'Les nouvelles allergies' (Las nuevas alergias, ediciones du Rocher).

Realmente, lo que puede favorecer el crecimiento de los ácaros "no es el hecho de hacer o no la cama al despertarnos, lo que importa son las condiciones de esa cama durante la noche", corrige Tamara Kueder Pajares, experta en psoriasis, tricología y dermocosmética y dermatóloga de AIP Clinic, el primer hospital digital coordinado por Inteligencia Artificial donde los pacientes pueden hacer todo de forma telemática. "Nosotros emitimos calor corporal y humedad debido a la transpiración, factores que favorecen la proliferación de ácaros en todas las etapas de su vida, desde el huevo hasta el adulto. Además, desprendemos pequeñas escamas de piel que sirven de alimento para los ácaros".

¿Qué pueden provocarnos estos enemigos invisibles? Además de los problemas descritos anteriormente, "el contacto con ellos, y especialmente con sus heces, puede generar dermatitis atópica", responde Kueder. Y aunque afecta tanto a adultos como a niños, son éstos, y las personas alérgicas, quienes deben tener especial cuidado.

Cuestión de emociones

Más allá de alergias y molestos ácaros, hacer la cama "nos ayuda a regularnos emocionalmente", apunta la psicóloga María González, especialista en trauma y EMDR de Instituto Centta. Tenerla hecha es importante "por la sensación psicológica de seguridad y bienestar que nos genera cuando volvemos a casa, cansados o en ocasiones con estrés, y visualizamos un sitio amable y agradable para descansar. Puede que el día haya sido duro, pero entrar en nuestra habitación y ver la cama bien nos genera una sensación de estabilidad y bienestar. De ahí que muchos hoteles pongan énfasis en cuidar este aspecto mientras disfrutamos de nuestras vacaciones", dice la experta.

"Hacer la cama es un gesto de valoración y autocuidado con nosotros mismos, significa honrar ese espacio donde nuestro cerebro se recarga para permitirnos disfrutar y vivir nuestro día. A su vez, es un espacio donde nos sanamos cuando estamos enfermos guardando reposo, y también donde compartirnos intimidad con otra persona. La cama es testigo y parte fundamental de momentos muy necesarios para nuestro desarrollo como individuos", asegura González.

Así que, ácaros mediante, ¿es bueno o no dejar la cama hecha un lío? "Hacerla ofrece una sensación de bienestar y paz mental", asegura Lara Ortega, psicóloga de Consulta Despertares. "No somos conscientes de la importancia que tienen para nuestro bienestar muchas de las tareas cotidianas que realizamos de manera automática, y una de ellas es ésta. Es una acción sencilla, pero que puede resultar más beneficiosa de lo que a simple vista parece. Las rutinas nos ayudan a crear estructura y cierto orden en nuestro día a día. Además, cuando finalizamos una tarea, por pequeña que ésta sea, psicológicamente aparece un sentimiento de satisfacción y logro", añade.

Por otra parte, "terapéuticamente se ha comprobado que la realización de actividades relacionadas con el mantenimiento de la higiene diaria tiene un impacto directo sobre la mejora del estado de ánimo", asegura la experta.

¿Hacer o no la cama?

Librarse de los ácaros y cuidar al mismo tiempo nuestra salud mental precisa de un cambio de hábitos: se puede hacer la cama y vivir tan limpio, todo depende del tiempo que dejemos ventilar las sábanas. Imprescindible, un mínimo de 20 minutos, aunque "dependerá de la temperatura y la humedad", apunta la doctora Kueder. "Para acelerar el proceso, podemos abrir la ventana y aprovechar para hacer todas las tareas matutinas antes de salir de casa. Sólo entonces, ponernos a hacer la cama". Es importante, sobre todo, en verano, ya que el sudor corporal genera el escenario perfecto para "una mayor proliferación de ácaros", subraya.

Además de ventilar, ¿cada cuánto tiempo debemos lavar las sábanas para tenerlas libres de ácaros? "Si sudamos poco, ventilamos bien y sólo duerme una persona en esa cama, será suficiente con lavarlas una vez a la semana. Si duermen dos, mejor lavarlas también dos veces por semana", responde Kueder. En cuanto a los edredones nórdicos, habría que lavarlos al menos dos veces al año. "Recordemos que los ácaros se alimentan de la piel que se desprende naturalmente y uno de los sitios donde más se acumula es en la ropa de cama", apunta la doctora.

Más exigentes aún con la cuestión de la limpieza son los profesionales de Emma The Sleep Company. "Los edredones nórdicos deben lavarse una vez al mes para prevenir la acumulación de ácaros y otros alérgenos, y las almohadas completas una vez cada tres o seis meses, o más si se ensucian por cualquier motivo", afirma Emma Merritt, Senior Sleep Science Manager y una de las expertas del equipo de Sueño de la compañía. Entre sus recomendaciones, apunta a utilizar "un protector impermeable y de calidad para impedir que los ácaros penetren en el colchón, evitar las almohadas de plumas, que además se asocian con una mayor frecuencia de despertares nocturnos, y utilizar materiales naturales y transpirables, como el algodón o el lino, buenas opciones en lo que respecta a temperatura. Y, sobre todo, esperar a que la ropa esté completamente seca antes de volver a hacer la cama".

Un colchón impoluto

Que las camas son un lugar 'acogedor' para los ácaros es un hecho que viene respaldado por las cifras: los colchones son los grandes olvidados de la intendencia doméstica. De hecho, uno de cada cuatro españoles, un 24%, no lo ha limpiado nunca, según los resultados que arroja el estudio 'Hábitos, Actitudes y Creencias en torno a la limpieza y el bienestar en los hogares españoles' -realizado por la empresa Kobold en colaboración con la escuela especializada en organización y bienestar en el hogar The Home Academy- y sólo un pobre 44% lo hace muy de vez en cuando. No obstante, "debemos limpiarlos de forma periódica, al menos cuatro veces al año, para evitar que acumulen suciedad, ácaros y otros alérgenos", advierte Rita Cifuentes, home economist y directora de The Home Academy.

Para hacerlo bien, "primero quitaremos el cubrecolchón y lo lavaremos en la lavadora a la temperatura adecuada. Mientras tanto, aspiraremos y limpiaremos el colchón por ambos lados. Una vez limpio, le daremos la vuelta y pondremos a los pies la parte que ha estado pegada al cabecero, de esta manera nos durará más tiempo", explica Cifuentes.

En todo caso, los expertos de Emma aconsejan utilizar colchones "de espuma con memoria de gel, estupenda para combatir los ácaros del polvo, de espuma de poliuretano de alta densidad, que suele evitar los estornudos, o de látex, especialmente transpirables que ayudan a las personas sensibles a no experimentar molestias mientras duermen".

El paso previo a irnos a dormir

Antes de meternos en la cama, la Kueder aconseja "eliminar los restos de maquillaje, que podrían atrapar suciedad y ácaros. Después, lavarse la cara para eliminar impurezas, incluyendo sudor y grasa. También es beneficiosa una exfoliación suave una o dos veces a la semana, para retirar el exceso de células muertas, e hidratar la piel con frecuencia para reforzar la barrera cutánea y ayudar a prevenir los problemas causados por ácaros". Por último la dermatóloga recomienda "la ducha nocturna para eliminar posibles restos de polvo, ácaros y suciedad que hayamos acumulado durante el día en la piel y el cabello, y usar un pijama limpio cada noche".

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